Economista Rafael Aldunate: Reforma Tributaria “ciertamente afectará el crecimiento por cuanto en un quinquenio se doblarán los impuestos a las empresas, de 17% a 35%”.

Publicado el 26/06/2014

Por Rafael Aldunate Valdés

1 Su objetivo e instrumentalización están focalizados prioritariamente en la recaudación tributaria. No tiene sus respectivos equilibrios y contrapesos como corresponde a todo sistema y política económica. Por esencia desnaturalizada.

Es un alza transversal y horizontal de 14 impuestos. No prioriza el crecimiento económico, el mayor recaudador natural. US$ 600 millones por un 1% del PIB. No es cierto que afecte al 1% de los contribuyentes y al 5% de las empresas. Afecta a 8 millones de futuros pensionados. Duplica el Impuesto al Timbre que bordea 3 millones de afectados en sus transacciones financieras, hipotecarias y de consumo. Limita el acceso a la casa propia a 5 millones de familias, de una u otra forma, mayormente por no exención del IVA e incorporación de este a casas nuevas, tratando la adquisición de casas, principal ahorro de largo plazo de un trabajador, ahora con tratamiento como un bien de consumo cualquiera, con aislados precedentes en el mundo. Y una constelación de impuestos específicos periféricos: arbitrarios y discriminatorios a productos de consumo bastante masivos, con argumentos particularmente débiles, demostrados por los expertos uno a uno.

3 Una consigna de constatable verificación. Se sostiene que estaba todo en el Programa Presidencial. Bien sabemos que el tema impuestos es árido, complejo y de réplicas no menores. Igualmente, somos todos testigos de que la candidata Bachelet fue elegida por sus atributos más personales y que fue particularmente cauta y mayormente silenciosa en su campaña. Dada su ventaja electoral, privilegió lógicamente no mover las aguas. Hoy esta reforma tiene un rechazo mayor a su aprobación (39%, Cadem) de la ciudadanía, mayormente integrada cualitativamente por una clase media pujante, que son los que emprenden, compiten, toman riesgos y generan tanto las inversiones como los empleos.

4 Ciertamente afectará el crecimiento por cuanto en un quinquenio se doblarán los impuestos a las empresas, de 17% a 35%, afectando directamente a la competitividad. El financiamiento propio se reducirá por cuanto los flujos irán en mayor proporción al Estado. Y obligará indiscutiblemente a un mayor endeudamiento, afectando el mapa de riesgo de las empresas, con varios proyectos que no flotarán, en un entorno mundial cada día más desafiante por una economía global con más imponderables, difíciles de predecir y mitigar.

Se están cruzando demasiadas variables antiproyectos que se evidencia con una alicaída y progresiva desinversión. Cuatro proyectos de ley de naturaleza tanto económica como más política (Laboral-Constitucional- Electoral-Educacional). Sumarle la extrema judicialización, sensibilidad medioambiental, exigente exacerbación de fiscalización de poderosas superintendencias sectoriales, todo ello afecta decididamente la puesta en marcha de variados proyectos: sólo en la minería, sus expertos sostienen que proyectos que se aprobaban en 3 años, ahora con dificultad lo hacen en 6 años. Todo esto tiene un costo financiero altísimo.

No se está promoviendo y dando la ecuación básica que nos enseñaron tanto en la academia como en el mundo real: Ahorro = Inversión. Que con sus puntuales elusiones y evasiones, en lo sustancial el FUT promovía que el 66% de las utilidades se reinvirtieran. Además, el proyecto elimina significativos instrumentos de ahorro como el 14 bis, el 14 quáter y el 57 bis; es decir, un verdadero desmantelamiento. Sumado que la extracción de US$ 8.200 millones le resta recursos y espacios al sector privado que es un mejor generador de riquezas versus el historial del estatismo que tiene un más que dudoso historial de eficiencia, con amplias lagunas de costo de administración (cuoteo político que lo estamos reviviendo en las empresas públicas con un desparpajo mayor) que en la práctica es una arista o cara de la corrupción. La peor focalización de los 34 países OCDE.

Colombia anuncia una baja de sus impuestos corporativos a 25%, segunda disminución sucesiva. Allí están yendo muchos de nuestros capitales, por cuanto con la globalización hay unos vasos comunicantes naturales.
En la OCDE ha sido una constante ir bajando sus impuestos, pese a la onerosa sociedad del bienestar. 32 de 34 países han bajado sus impuestos en algo más de una década. Excepto Hungría y Chile; más aún, el nuestro incrementándolo. A más altos impuestos se estimula la evasión y elusión y se pierde la oportunidad de que más empresas nazcan, se desarrollen y se expandan, y con ello el Estado tiene más acceso a tributos directos e indirectos, sin alterar los equilibrios económicos.
Hipotecado el crecimiento, la fuente más natural y armoniosa de recaudación tributaria. Instaurada la incertidumbre entre los generadores de riqueza, ver encuestas. Rompiendo un sistema tributario, más allá de un modelo neoliberal, se quiebra el fruto de una historia de acuerdos construido por décadas… en torno de la valorización del pragmatismo y del pluralismo, nada muy proactivo y sinérgico se puede esperar de esta reforma. Y en un país que con su actual sistema —perfectible— ha triplicado su renta per cápita en las últimas tres décadas, ha disminuido la pobreza de 46% a 12% y que está entre los 7 países de la OCDE que más han logrado disminuir su coeficiente Gini en los últimos 7 años, consciente de su aún alta desigualdad relativa.

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